quarta-feira, 23 de abril de 2008

Napoleón y María Leticia

Esta carta do Comandante Rolim foi lida por mim num vôo para Santiago no Chile, em momento delicado de minha vida, há alguns anos atrás. Deu-me a segurança que precisava para seguir em frente escolhendo meus caminhos. Divido ela com vocês.

Tengo un amigo muy querido que, en medio de una gran dificultad económica se desahogó diciendo: "Creo que perder dinero fue para mi una sensación menos penosa que el perder a los amigos." Tal situación desde entonces le ha venido molestando profundamente y la soledad le castiga mas de lo que se imagina. Había un sabio inglés que decía: "La fortuna trae a los amigos, y el infortunio los prueba". Ya que este amigo mío estaba atravesando por un grave periodo de desazón en el relacionamiento con las personas que lo rodeaban, sintiendo una cierta sensación de solidaridad, evidentemente tuve que desdoblarme en el sentido de apoyarlo a los límites de mi capacidad. Este hecho me obligó a hacer una reflexión: Si cuando eventualmente lleguemos a la cima, no estuviésemos preparados para el día del mañana, sea este como fuere, seguramente no estaremos en armonía con la realidad que nos rodea. A lo largo de los años he aprendido, sobre todo en el relacionamiento con hombres que ejercen funciones públicas, que ese eventual cargo da a sus ocupantes diversos sentidos en la conducción de su relación con las personas. Generalmente, ellos se tornan arrogantes e inaccesibles y casi siempre, después de ejercer sus funciones, caen en el olvido y quedan en la mayoría de las veces, amargos. Por otro lado, veo que los hombres mas felices, después de ejercer cargos elevados, son aquellos que cuando lo hicieron jamás perdieron de vista la humildad y el sentido del mañana. No hace mucho tiempo, un hombre que ejerció un cargo muy importante, me confesó que si tuviera la oportunidad de estar en el mismo cargo nuevamente, las cosas serían diferentes. Lamentablemente, se había dado cuenta de eso, después de haber pasado por la experiencia extremadamente negativa de, al dejar el cargo, constatar tal situación. En esos casos, casi siempre durante el apogeo es preciso mantener la humildad. La historia está llena de casos así y los hombres, cuando llevan en cuenta tal situación, terminan padeciendo en los días subsecuentes. La humildad es un profundo acto de inteligencia y de garantía de relacionamiento positivo en los tiempos de las vacas flacas.

En el auge del imperio francés, cuando Napoleón, entonces señor de Europa y por tanto del mundo, descubrió que su madre buscaba las sobras de los banquetes del Palacio de las Tullerías y las llevaba para consumo diario en el Palacio de Eliseo, la reprendió severamente por tal hecho, pero ella con humildad respondió: "Hijo mío, no sé cuanto tiempo durará todo esto". Posteriormente, cuando exiliado en la Isla de Santa Helena por un periodo de cinco años, los recursos destinados al pago de los médicos que cuidaban de su salud eran proveídos por su madre, María Leticia Ramolino.

¿Es o no una buena lección para los que hoy ocupan cargos importantes, que tengan en cuenta, no la posición de sus ideas, sino la idea de su posición?

Comandante Rolim Adolfo Amaro

Fundador de TAM Mercosur